En esta convocatoria de las rutas agroturísticas de En Madrid, cada plato es un paisaje hemos visitado de nuevo la Ganadería y quesería ecológica Suerte Ampanera, esta vez en otoño y primavera. Una de las cosas que más nos gusta observar cada vez que visitamos la granja es como su actividad ganadera en extensivo y con certificación ecológica no excluye el cuidado del entorno.
Así que en nuestra crónica de hoy vamos a hablaros de algunas de las actividades y proyectos de conservación de la biodiversidad que llevan a cabo en la granja, muchas de ellas en colaboración las asociaciones ANAPRI, BRINZAL, GREFA y SEO/Birdlife, y que hemos podido conocer más de cerca.
Recordemos que la finca Suerte Ampanera se encuentra dentro de los límites del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y dentro de la zonificación de la Reserva de la Biosfera Cuencas altas de los ríos Manzanares, Lozoya y Guadarrama, y en las proximidades de las ZEPA Monte de El Pardo y Soto de Viñuelas; por eso entender la importancia de trabajar para mantener y favorecer la biodiversidad y recuperar especies en este entorno es fundamental.
Nada más entrar a la finca encontramos el muladar o comedero para buitres. En él se dejan las cabras muertas para que sirvan de alimento a buitres leonados y buitres negros, así como a cuervos, milanos y águilas. Cada uno de estos animales se alimenta de una parte diferente del animal cerrando el ciclo.
Este espacio cuenta con una cámara de fototrampeo que permite observar a las aves que allí van a comer. Además está construido de tal manera que facilita el anillamiento de los buitres, acción que ayuda a su seguimiento y entendimiento de sus comportamientos.
En la fotografía se pueden ver algunos posados en las encinas y en el suelo que nos informan de la presencia de algún cadáver. Junto al muladar hay una amplia pradera –dentro del bosque adehesado de encinas y enebros–, que crea el espacio idóneo para que se reúnan grupos de más de ochenta buitres.
Un poco más adelante de camino a la nave de ordeño, Álvaro nos detiene en un montón de piedras junto a dos grandes rocas. Se trata de un majano –tradicionalmente se hacen en para retirar las piedras y facilitar el crecimiento de pasto para el ganado. Su construcción facilita la presencia de invertebrados, anfibios, reptiles y algunas aves, ya que encuentran aquí un lugar seguro para refugiarse y reproducirse. La peculiaridad de este majano es que en él se ha introducido una caja nido para mochuelos.
Según avanzamos, por este monte adehesado de encinas y enebros, Álvaro nos detuvo junto algunos restos de podas que son utilizados para proteger las entradas a las madrigueras. Las ramas dificultan la utilización de redes en la caza furtiva, actuando como una estructura disuasoria. Los conejos son la base de la cadena alimentaria en un ecosistemas de dehesa como en el que nos encontramos, y su presencia beneficia a las poblaciones de zorros, águilas, milanos, etc.
Ya cerca de la nave de ordeño encontramos dos charcas o lagunas que no solo se utilizan para asegurar las reservas de agua para el rebaño durante los meses más secos del verano, sino que también actúan como un ecosistema perfecto para la recuperación del galápago europeo. Esta especie se encuentra ahora mismo en un momento delicado, ya que su población se ha visto reducida al ser desplazada de sus ecosistemas naturales por otros tipos de tortugas domésticas invasoras.
En ellas se ha introducido y desarrollado vegetación propia de este ecosistema, que ofrece refugio a la biodiversidad y reduce la evaporación del agua, como las lentejas de agua. Además, las aves acuáticas que las visitan llevan huevas de peces en sus patas, lo cual permite su repoblación.
Más adelante descubrimos unas cajas nido para aves insectívoras. En la jornada de anillamiento que realizó ANAPRI a principios de mayo en la finca, pudieron comprobar que las 80 cajas nidos que revisaron estaban casi ocupadas al cien por cien, lo que demuestra que es “un espacio de muy alta calidad ecológica”.
En la nave donde se recoge al rebaño y se lleva a cabo el ordeño, se han ubicado también cajas que ofrecen refugio a los murciélagos. Estas pueden albergar entre 50 y 100 individuos, ayudando a regular las poblaciones de moscas y mosquitos –las cuales afectan negativamente al ganado–, ya que un murciélago puede consumir el equivalente a su peso corporal en insectos cada noche.
Además de conocer más de cerca estas actividades de conservación, Álvaro y Nieves nos brindaron la oportunidad de descubrir la gestión del rebaño, ver y practicar el proceso de ordeño –incluso algunos participantes probaron la leche de cabra–, conocer algunas de las características de las cabras de raza Murciano-Granadina y su alimentación, participar en el pastoreo, etc.
Y, para cerrar nuestras rutas con aún mejor sabor de boca, probamos algunos de los productos lácteos ecológicos de leche de cabra que elabora Suerte Ampanera: el queso moho blanco tierno y madurado, queso azul y kéfir –algunos de ellos, como ya os contamos en anteriores crónicas, cuentan con varios premios que premian su sabor y calidad–, mientras Álvaro nos hablaba sobre sus procesos de elaboración, características y comercialización.
Por último, no queremos terminar esta crónica sin hacer referencia a este cartel que hay situado en la entrada a Suerte Ampanera, y que comenzamos a ver en muchas de las fincas que visitamos. Leedlo atentamente, y recordad que los mastines y otros perros que están con los rebaños en fincas y en el campo están haciendo su labor.
¡Muchas gracias a todos los participantes en estas rutas agroturísticas de En Madrid, cada plato es un paisaje y en especial a Álvaro, Nieves y Rafa que tan bien nos comparten el amor por el campo y su trabajo!
El proyecto En Madrid, cada plato es un paisaje es una iniciativa de la Fundación Vida Sostenible con el apoyo de la Convocatoria de Medioambiente y Desarrollo Sostenible #ConvocatoriaMADS.
Fotografías: Lola Hermida, Carlota López y Pilar Navarro Lorente (FVS).
Deja tu comentario